En los últimos años, han sido muchas las empresas –sobre todo las grandes compañías- que concienciadas de la importancia del conocimiento de sus trabajadores como un aspecto importante para la valorización de sus activos, han intentado documentar el conocimiento que “flota” en los ambientes laborales, para lo que no han escatimado fuertes incentivos para potenciar la transmisión del conocimiento a los repositorios empresariales.
Sin embargo, la participación lograda ha sido en la mayoría de los casos muy escasa y no demasiado provechosa.
Esta realidad empresarial contrasta con el éxito de la web 2.0 que surgida de manera natural y basada en la participación social se ha convertido en una marea imparable, dinámica, creativa, participativa, comunicativa y cooperativa.
Esta disparidad es la que aborda Ramón Ruiz-Ocaña de Pascual en La gestión del conocimiento en el siglo XXI: web 2.0: una jerarquía de admiración.
Para ello el autor identifica una serie de problemas que han dificultado el éxito de la gestión del conocimiento en el interior de las empresas:
- Las personas que trabajan en las empresas intenten mantener el máximo nivel de “imprescindibilidad” posible, y por ello guardan celosamente su conocimiento.
- La dificultad en la generación de los contenidos ha parado en ocasiones a los más animosos, no sólo por la complejidad de los sistemas utilizados para la gestión, sino por una carencia generalizada de habilidades para la redacción y la escritura.
- La diferencia que existe entre saber y poder transmitir ese conocimiento. El conocimiento debe ser transmitido de la manera más clara y didáctica posible, no soliendo poseer estas habilidades el propietario del conocimiento interesante para la empresa.
- La catalogación, estructuración y validación de los contenidos aportados es una labor costosísima y compleja.
Por su parte la web 2.0 se consolida como un entorno de conocimiento creciente, impulsada por las propias características de su generación y gestión:
En la web 2.0 la información se desplaza de modo horizontal y transversal. Se mueve y se crea en sus propios nichos culturales, en sus propias sociedades, en sus redes sociales…. Y sin ningún tipo de control.Es por ello que Ruiz-Ocaña de Pascual considera que es muy difícil recrear este ecosistema desde dentro de una estructura como puede ser una compañía tradicional, pues según afirma:
En las empresas tradicionales falta un entorno que permita compartir distendidamente el saber de cada uno. Falta un entorno de creatividad sin barreras… Falta un repositorio donde almacenar y gestionar este conocimiento. Pero sobre todo falta la cultura de cómo hacerlo y en muchas ocasiones las ganas de querer hacerlo.Su visión sobre la aplicación de la web 2.0 en el interior de las empresas no puede ser más pesimista: el mundo empresarial sólo puede asomarse a la web 2.0 desde fuera.
La utilización de la filosofía de la Web 2.0, esta siendo ya usada por varias compañías para resolver problemas concretos de su negocio, pero casi siempre recurriendo a ella como un elemento externo, donde “otros” colaboran de una forma que los propios no lo hacen.
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