Universidad Carlos III de Madrid.Departamento de Biblioteconomía y Documentación
El libro es un dechado de imperfecciones (papel barato, tinta que se te pega en los dedos, el filo de la hoja que a veces corta el dedo como una navaja, se moja y queda hecho unos zorros...) pero tanta imperfección junta produce un objeto perfecto porque te permite esa lectura multisensorial.
José Ángel Maestro
Sí, leer, y concretamente leer un libro es un conjunto de experiencias que terminan haciendo que ese objeto junto al contenido pase a ser tuyo, lo aprehendas.
Y sucede con ese libro y no con otro, ese que se arruga, que se ensucia o al que se le doblan las esquinas, que huele a papel de edición barata y pergaminea. Es una amalgama de experiencias que condicionan una experiencia de usuario riquísima e inigualable. Por otro lado se establece una suerte de vínculo emocional entre el objeto concreto, un libro determinado, y la persona que lo lee.
Si me cambian la edición de mi Cyrano de Bergerac no es el mismo Cyrano, no lo saboreo igual porque no es ese objeto con el que disfruté y experimenté una serie de experiencias la primera vez que lo leí, y la Isla Misteriosa de Verne no me ha vuelto a saber igual desde que perdí esa edición de mis padres en tapa dura y hoja fina, casi transparente que tenía que manejar con tanto cuidado para que no se rompiese.
Un ebook huele a plástico, no tiene la misma textura que tiene el papel, necesita energía (que es contaminante) y tener 200 libros metidos en su memoria significa que no puedo estar orgulloso de la estantería que tengo a mis espaldas mientras escribo esto con la colección que he ido haciendo a lo largo de todos estos años de mi vida y que mis amigos cuando vienen a casa curiosean.
La experiencia de usuario cambia radicalmente con los libros digitales... ¿o quizá no?
Quizá sea tan solo...algo distinta. Quizá este cambio sea algo coyuntural y generacional.
No sé qué tipo de vinculaciones se establecerán a partir de ahora entre los libros digitales representados en lectores electrónicos -ebooks- y los lectores. No tengo ni idea y el tema me fascina porque entra en la dimensión emocional y en el análisis de la experiencia de usuario (os aconsejo leer el libro de Donald Norman, Diseño emocional en el que se tratan todos estos aspectos y echar un vistazo al último número de la revista Faz monográfico sobre Diseño Emocional.
Lo que sí creo es que es cuestión de tiempo. El precio no es ningún problema y creo que estamos empezando a alcanzar esa suficiente cantidad de masa crítica de usuarios como para que el mercado editorial tradicional explote literalmente. Nuevos soportes, nuevos canales, nuevas posibilidades, nuevos lectores...
Hace 500 años el mundo sufrió una revolución cuando Gutemberg inventó la imprenta. Hoy, el testigo lo toma el libro electrónico -ebook- como soporte, y el libro digital como objeto- ente contenedora del texto.
Creo que es cuestión de tiempo para que los ebooks se abaraten lo suficiente como para que el comercio editorial digital se multiplique exponencialmente.
Es posible que en unos meses Apple saque al mercado una suerte de ebook del tamaño aproximado de un libro o mayor, con superficie táctil y toda la "experiencia Apple" en su grandeza, con una pantalla en la que leer no sea incómodo (en los Mac se lee bastante bastante aceptablemente gracias entre otras cosas a la aplicación de técnicas antialiasing que evita el pixelado y los bordes dentados de las fuentes en pantalla) y en la que podamos hacer cosas increibles que ahora están diseñando los Ingenieros de Experiencia de Usuario.
Estamos en un cambio y como cualquier cambio no es ni bueno ni malo. Es un cambio con todo lo que implica, destrucción y desaparición de un ecosistema y sustitución por otro.
Me gustaría poder dar un salto al 2020 y ver a un niño con lo que sea un ebook del día de mañana, darle un libro en papel y decirle que cual prefiere. Me gustaría adivinar cual podría ser su reacción.
Creo que queda muy poco para la aparición de ese dispositivo ergonómico y ecológicamente sostenible que permita la lectura digital en papel y quizá, quizá, la experiencia de usuario que tenemos ahora con la lectura de un texto cambie porque veamos cosas que hasta ahora no pueden hacerse mediando una interfaz física, dura y rígida como el papel.
¿Algunas de ellas? Por ejemplo:
Y sucede con ese libro y no con otro, ese que se arruga, que se ensucia o al que se le doblan las esquinas, que huele a papel de edición barata y pergaminea. Es una amalgama de experiencias que condicionan una experiencia de usuario riquísima e inigualable. Por otro lado se establece una suerte de vínculo emocional entre el objeto concreto, un libro determinado, y la persona que lo lee.
Si me cambian la edición de mi Cyrano de Bergerac no es el mismo Cyrano, no lo saboreo igual porque no es ese objeto con el que disfruté y experimenté una serie de experiencias la primera vez que lo leí, y la Isla Misteriosa de Verne no me ha vuelto a saber igual desde que perdí esa edición de mis padres en tapa dura y hoja fina, casi transparente que tenía que manejar con tanto cuidado para que no se rompiese.
Un ebook huele a plástico, no tiene la misma textura que tiene el papel, necesita energía (que es contaminante) y tener 200 libros metidos en su memoria significa que no puedo estar orgulloso de la estantería que tengo a mis espaldas mientras escribo esto con la colección que he ido haciendo a lo largo de todos estos años de mi vida y que mis amigos cuando vienen a casa curiosean.
La experiencia de usuario cambia radicalmente con los libros digitales... ¿o quizá no?
Quizá sea tan solo...algo distinta. Quizá este cambio sea algo coyuntural y generacional.
No sé qué tipo de vinculaciones se establecerán a partir de ahora entre los libros digitales representados en lectores electrónicos -ebooks- y los lectores. No tengo ni idea y el tema me fascina porque entra en la dimensión emocional y en el análisis de la experiencia de usuario (os aconsejo leer el libro de Donald Norman, Diseño emocional en el que se tratan todos estos aspectos y echar un vistazo al último número de la revista Faz monográfico sobre Diseño Emocional.
Lo que sí creo es que es cuestión de tiempo. El precio no es ningún problema y creo que estamos empezando a alcanzar esa suficiente cantidad de masa crítica de usuarios como para que el mercado editorial tradicional explote literalmente. Nuevos soportes, nuevos canales, nuevas posibilidades, nuevos lectores...
Hace 500 años el mundo sufrió una revolución cuando Gutemberg inventó la imprenta. Hoy, el testigo lo toma el libro electrónico -ebook- como soporte, y el libro digital como objeto- ente contenedora del texto.
Creo que es cuestión de tiempo para que los ebooks se abaraten lo suficiente como para que el comercio editorial digital se multiplique exponencialmente.
Es posible que en unos meses Apple saque al mercado una suerte de ebook del tamaño aproximado de un libro o mayor, con superficie táctil y toda la "experiencia Apple" en su grandeza, con una pantalla en la que leer no sea incómodo (en los Mac se lee bastante bastante aceptablemente gracias entre otras cosas a la aplicación de técnicas antialiasing que evita el pixelado y los bordes dentados de las fuentes en pantalla) y en la que podamos hacer cosas increibles que ahora están diseñando los Ingenieros de Experiencia de Usuario.
Estamos en un cambio y como cualquier cambio no es ni bueno ni malo. Es un cambio con todo lo que implica, destrucción y desaparición de un ecosistema y sustitución por otro.
Me gustaría poder dar un salto al 2020 y ver a un niño con lo que sea un ebook del día de mañana, darle un libro en papel y decirle que cual prefiere. Me gustaría adivinar cual podría ser su reacción.
Creo que queda muy poco para la aparición de ese dispositivo ergonómico y ecológicamente sostenible que permita la lectura digital en papel y quizá, quizá, la experiencia de usuario que tenemos ahora con la lectura de un texto cambie porque veamos cosas que hasta ahora no pueden hacerse mediando una interfaz física, dura y rígida como el papel.
¿Algunas de ellas? Por ejemplo:
- El concepto de autoría perderá su sentido o al menos atenuará su valor. El autor escribirá un texto original el cual será infinitamente reescrito por cientos, quizá miles de autores, cada uno de los cuales hará su propia aportación al texto y lo enriquecerá.
- El libro se fragmentará hasta sus unidades más simples. Palabras, líneas y párrafos serán compartidos, distribuidos y enlazados por la Red si lo deseamos.
- El concepto de propiedad del objeto libro variará y con ello la cadena de generación y creación de valor económico para todos los sectores implicados, editoriales y editores de todos los ámbitos. ¿Aparecerán modelos de negocio basados en el Freemiun y en la generación de valor a través de la Larga Cola?
- El concepto de libro como objeto de texto evolucionará hacia una integración con material multimedia, imagen y vídeo que podrá aparecer en la interfaz con tan sólo tocar una palabra del texto y quizá tomar vida en tres dimensiones antes nuestros ojos con la llegada de la Realidad Aumentada.
- El libro ya no estará en una librería sino en línea en mi biblioteca digital pública o privada.
- El libro será indexable y recuperable por cualquier punto de su contenido, hipertextual, y multimedia y será enlazable y accesible gracias a la nube (Cloud Computing) en la que vivimos y la llegada de la "Web de las Cosas"
- El concepto de cultura cambiará y cambiará el modo en el que las bibliotecas llegarán a sus usuarios y los roles de los bibliotecarios que de repente, se encontrarán con la asunción de una responsabilidad que dará un nuevo valor a la profesión y con la que tan sólo hace diez años no habían soñado que llegarían a adquirir: la explotación, la gestión, la transformación y la difusión de la Web (World Wide Web) para todos, alfabetizando en las Nuevas Tecnologías a las personas para transformar el mundo desde sus sillas o desde las pantallas táctiles instaladas en las bibliotecas, con y junto a la comunidad local en torno a la que fluya y confluya, el saber, la educación, el ocio y el entretenimiento.
Una bonita visión que quizá, sólo quizá, ahora estamos empezando a atisbar.
¿Acaso no vivimos tiempos extraordinarios y excitantes?
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Agradecemos muy sinceramente a Francisco Tosete la autorización que nos ha dado para reproducir este artículo.
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