La
actual crisis financiera y económica ha agravado la dureza y duración de los
procesos de reestructuración empresarial. Así, según datos de la V Encuesta sobre Condiciones de Trabajo de la Fundación de Dublín al menos el 20% de los trabajadores europeos se han visto implicados en una
restructuración o reorganización sustancial en su trabajo durante los tres
últimos años.
Las
reducciones de plantilla suelen ser el efecto más visible de los procesos de
reestructuración, con consecuencias directas para los empleados que salen de la
empresa; pero hay otros cambios en las condiciones de
empleo y trabajo para los que permanecen en la empresa como la modificación de
funciones, la movilidad geográfica o la presión que se recibe como consecuencia de una reorganización
productiva. Y todos estos cambios pueden tener efectos directos o indirectos
sobre la salud física y mental de los trabajadores.
Con el objetivo de determinar la relación entre los procesos de
reestructuración empresarial y los estados de salud tanto de los trabajadores que
salen de la empresa como de los que permanecen, el Instituto Nacional de
Seguridad e Higiene en el Trabajo (INSHT) acaba de publicar el “Estudio de la incidencia de las reestructuraciones de empresas en la salud de los trabajadores”. Además,
el estudio describe las prácticas llevadas a cabo por las empresas en España
orientadas a minimizar los daños causados en la salud de los trabajadores.
Conclusiones
Entre las conclusiones a la que se llega en el citado estudio, se pueden
señalar:
El estrés, la depresión y
la ansiedad se han convertido en una de las tres principales causas de
enfermedad en los centros de trabajo europeos, lo
que tiene importantes repercusiones para las empresas, ya que entornos de
trabajo con alto grado de estrés y mala calidad de salud mental, o mentalmente no
saludables, pueden llevar a reducir los niveles de productividad, aumentar las
bajas por enfermedad y por la jubilación anticipada o, simplemente, a provocar
la salida de la empresa.
Falta
concienciación sobre la relación existente entre las reestructuraciones de
empresas y los estados de salud de los trabajadores.
La consideración de la dimensión de la
salud está ausente en el conjunto de los procesos de reestructuración y en las negociaciones que se realizan
en las empresas, tanto en las grandes como en las
pymes. La prioridad de la dimensión económica (indemnización dineraria) y la de protección
social (acceso a la protección por desempleo o a pasarelas para la jubilación) prevalecen sobre cualquier
otra consideración.
Esta falta de atención se extiende desde los representantes de los trabajadores, las organizaciones sindicales y las direcciones de las empresas, hasta otros
ámbitos institucionales
como la administración, las universidades, los centros de investigación o las
Mutuas.
Falta anticipación o
gestión preventiva. A pesar de su creciente importancia en este periodo de crisis, la salud
sigue sin estar incorporada como una dimensión sobre la que trabajar con
anticipación en el ámbito de la prevención de riesgos, particularmente los
psicosociales.
La necesidad de entender
los procesos de reestructuración desde una perspectiva sistémica e integral. Además hay que tener una
visión más amplia y a largo plazo del proceso de reestructuración, identificando
las distintas fases por las que pasa, y hay que vincular este proceso a las
estrategias a corto, medio y largo plazo de la empresa.
Hay que establecer mecanismos de adaptación al cambio que minimicen los riesgos
psicosociales a los trabajadores y para ello es necesario atender a las características específicas
de cada empresa y/o centro de trabajo: su estructura organizativa, tecnológica,
las relaciones de trabajo… Y se reconocen una serie de aspectos que deben ser abordados para mejorar la salud psicosocial
de los trabajadores:
- El estilo de mando y la cultura organizativa y de gestión de la empresa.
- Cómo se construyen y qué viabilidad tiene las carreras profesionales.
- Crear una perspectiva integral de la salud y seguridad en el trabajo.
- La comunicación: que se conozcan los objetivos y planes de la empresa de forma clara y también que la empresa responda a las iniciativas de los trabajadores y sus representantes respecto a la aplicación de medidas para evitar los riesgos para la salud en los procesos de reestructuración.
- Los métodos de evaluación de riesgos, así como la formación de los trabajadores para reconocer situaciones de riesgo, la identificación de los indicadores de riesgo psicosocial.
- Concienciación en todos los ámbitos de la importancia de los riesgos psicosociales en la salud de los trabajadores y en la calidad de vida y trabajo de las personas.
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