Roberto Velasco Barroetabeña y María Saiz Santos, catedrático de Economía Aplicada en
- Dirigir los programas públicos de creación de empresas a la eliminación de trabas para la constitución de nuevas unidades empresariales, sin incurrir en un paternalismo innecesario que podría desdibujar las habilidades innatas del emprendedor.
- Generar verdaderas “ventanillas únicas” con información homogénea y centralizada que acorten el tiempo y los trámites necesarios para constituir una nueva empresa.
- Replantear el colectivo objeto de asistencia, que debería ampliarse de manera generalizada y priorizar específicamente las acciones dirigidas a la mujer emprendedora.
- Producir fórmulas que faciliten la transmisión del conocimiento tecnológico hacia las empresas, centralizando los viveros de empresas en centros de investigación y universidades.
- Trasladar las medidas de fomento de la cultura emprendedora hacia el ámbito educativo, como única apuesta de largo plazo con posibilidades para generar un cambio de mentalidad social que propicie un tejido empresarial fuerte y una dignificación de la figura del empresario.
- Redirigir parte de los apoyos destinados a la creación de nuevas empresas hacia la consolidación y el crecimiento de las ya creadas, sobre todo hacia aquellas unidades de negocio que presenten un importante potencial de generación de empleo y de riqueza en sus entornos locales.
- Definir una verdadera política nacional de creación de empresas que clarifique prioridades, oriente y coordine los programas regionales y locales, y que evite ineficiencias y duplicidades que puedan producirse entre las distintas acciones públicas de apoyo a emprendedores.
- Aplicar un sistema de indicadores de gestión que permita avanzar en un modelo de evaluación para entidades dedicadas al impulso de la creación de empresas y el fomento del espíritu emprendedor.
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