En una sociedad que se pretende de la información o incluso del conocimiento, todos sus ciudadanos (y entre ellos, los empresarios y sus empleados) deben estar capacitados para conocer sus necesidades informativas, manejar y obtener la información que necesitan, razonarla, juzgarla y aplicarla en el desarrollo de sus actividades diarias. Al conjunto de estas habilidades se denomina alfabetización informacional (ALFIN), siendo las bibliotecas, con sus recursos materiales y humanos, un entorno esencial para su adquisición bien sea de manera formal, no formal e informal.
En este contexto, el Grupo de Trabajo de Alfabetización Informacional del Consejo de Cooperación Bibliotecaria ha elaborado el informe "Hacia la alfabetización informacional en las bibliotecas públicas españoles" en el que se realiza una fundamentación teórica de la ALFIN y se justifica su inclusión en el ámbito de las bibliotecas públicas, y se analizan las actividades formativas que se vienen desarrollando en las bibliotecas públicas españolas con el fin de establecer el punto de partida para articular vías de progreso y avance.
Dentro de este informe se incluye un decálogo que enmarca las funciones de las bibliotecas públicas en la sociedad de la información.
1.- La información es un producto económico que da nombre a una sociedad, la sociedad de la información, como en otro tiempo lo fueron la sociedad agrícola o industrial.
2.- Se produce un crecimiento exponencial de la información o infoxicación por lo que llegamos a un binomio indivisible: a más información más necesidad de formación para localizarla, evaluarla e incluso crearla.
3.- La información en sí misma no es conocimiento. Nunca tanta información generó tan escaso conocimiento, por ello los ciudadanos deben adquirir las habilidades para ser conscientes de esa cantidad de información, percibirla, razonarla, juzgarla y aplicarla correcta y éticamente en el desarrollo de sus actividades diarias.
4.- El acceso a las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) y a Internet, es imprescindible pero no suficiente. La tecnología por sí sola no sirve para mucho; es necesario aprender a usarla correctamente para obtener el mayor potencial posible. La alfabetización digital se ha de desarrollar como parte de la informacional. Es necesario un reconocimiento por parte de los educadores, bibliotecarios y de los gobernantes, de que la alfabetización informacional, y no solo la alfabetización digital, es la clave educativa de la tan llamada sociedad de la información.
5.- La caída de los viejos mitos educativos. La mayor parte de los conocimientos hasta ahora se han ido adquiriendo en momentos muy concretos de nuestras vidas, esto debe dar paso al aprendizaje continuo y permanente a lo largo de la vida, por lo que parece más acertado hablar de sociedad del aprendizaje . La división tradicional de la existencia de una persona, en períodos de aprendizaje y trabajo, están desapareciendo, y cualquier formación o título obtenido, parece tener fecha de caducidad. De hecho, es cada vez más frecuente en el mercado laboral que se tome más en cuenta las potencialidades del candidato a un puesto (aquello que puede aprender) que lo que puede avalar con un título académico (aquello que ya ha aprendido).
6.- La democratización en el acceso a la información. Una sociedad de la información para todos, sin restricciones ni exclusiones económicas o sociales, tampoco tecnológicas. Se trata de evitar lo que se ha venido llamando brecha digital, entre los enchufados y los no enchufados, no sólo en su dimensión tecnológica sino fundamentalmente educativa, informacional y evidentemente social.
7.- La necesidad, en un período de restricciones y de recursos limitados, de propiciar un máximo aprovechamiento y uso óptimo de los recursos de las bibliotecas. Además, la utilización de los recursos y servicios por un número mayor de personas, consigue incrementar la financiación y por ende el presupuesto de la organización.
8.- El cambio en las funciones de las bibliotecas. Se hace necesario fomentar el acceso directo a las colecciones, la simplificación de la organización de la información para una mejor recuperación y una mayor transparencia de los servicios bibliotecarios centrados en el usuario.
9.- Los bibliotecarios como formadores/facilitadores. Debemos considerar algunos aspectos fuera del ámbito exclusivamente bibliotecarios como los pedagógicos, la capacidad de liderazgo y las habilidades para la motivación y comunicación.
10.- Los usuarios como centro y eje de nuestra gestión. La biblioteca pública como centro de aprendizaje, puede ayudar en la solución de problemas de información para la vida diaria, por medio de actividades de formación en virtud de las cuales los usuarios:
- Conocerán sus necesidades informativas
- Sabrán plantear las dudas y cuestiones
- Conocerán las fuentes de Información (en cualquier formato)
- Sabrán manejarlas y obtener la información
- Sabrán seleccionar esa información
- Sabrán aplicar esa información
- Sabrán comunicar y difundir esa información de forma ética y legal
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