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miércoles, 16 de septiembre de 2009

Dificultades de los trabajadores mayores de 55 años para acceder a la formación continua

“Dificultades de los trabajadores mayores de 55 años para acceder a la formación continua”. Formación para el empleo y empleabilidad de los trabajadores mayores de 55 años / CEPYME ARAGÓN – Fundación Tripartita para la Formación en el Empleo, C20070286.

Reseña realizada por Juan de la Cruz Muñoz Ugarte (Dpto. Formación de CEPYME Aragón) responsable Proyecto Silver: Programa para la Gestión de la Edad en las Empresas

En esta reseña tratamos muy brevemente algunas de las dificultades que destacan los trabajadores mayores de 55 años a la hora de acceder a la formación continua.

Algunas de las características que la mayor parte de las fuentes documentales especializadas en formación continua atribuyen a los mayores de 55 años son:
  • Desorientación en cuanto a que, aun siendo consientes de su déficit competencial, desconocen cuáles son las nuevas competencias que deberían adquirir para incrementar su estabilidad en el mercado laboral. Piénsese por ejemplo en un trabajador de 60 años en una ocupación en declive (con pérdida de puestos de trabajo) y que debe plantearse migrar a una nueva ocupación emergente.
  • Desorientación en cuanto al itinerario formativo más adecuado para adquirir esas competencias requeridas.
  • Resistencia a los cambios a los que el proceso formativo puede conducirle, posiblemente como consecuencia de la desorientación anterior (no saben dónde van) y la inercia natural a seguir haciendo las cosas que siempre han hecho y como siempre las han realizado.
  • Resistencia a formarse consecuencia de malas experiencias formativas en su formación inicial. El mejor antídoto en estas situaciones es siempre la constatación del éxito en el aprendizaje. De esto último se desprende con facilidad la enorme importancia de favorecer el aprendizaje eficaz, entendido éste como aquel que conduce al éxito en el aprendizaje, es decir a adquirir las competencias que estaban previstas.
Además de las anteriores, dichas fuentes apuntaban también a la tecnofobia (sentimiento de incapacidad para aprender a manejar las TICs) como un componente del perfil de este colectivo.

Según los resultados del análisis efectuado a partir de los datos recabados en una encuesta realizada a 500 trabajadores mayores de 55 años de un cluster de 7 Comunidades Autónomas representativas de la generalidad nacional, encontramos que existe una relación directa entre los años de experiencia profesional de los trabajadores y el nivel de dificultad de acceso a la formación, medido a través del indicador nº de horas cursadas por año de experiencia laboral. Se constata que cuanto mayor es la experiencia laboral menor es el valor del citado indicador y por tanto, mayores son las dificultades de acceso. El valor del indicador decrece de forma constante, y por tanto las dificultades de acceso aumentan, conforme se incrementan los años de experiencia laboral.

Si bien la experiencia laboral se revela como un factor determinante, cabía preguntarse si existen otros factores que maticen o condicionen el acceso. Al respecto resulta reseñable que del análisis se concluye que la edad no presenta una relación directa con las dificultades de acceso, medidas a través del nº de cursos y horas de formación realizados. Por lo tanto, a mayor experiencia, mayores dificultades; sin embargo a mayor edad, no puede concluirse que mayores dificultades.

En relación con otros factores como el área funcional del trabajador el análisis de las encuesta no arroja una relación clara con el nivel de dificultad de acceso.

Sin embargo, la categoría profesional o el nivel de estudios sí se revelan como condicionantes favorables, según los cuales las categorías profesionales superiores tienen menos dificultades de acceso y un nivel de estudios superior conlleva un menor nivel de dificultad de acceso.

A través de la información obtenida de la recopilación de datos primarios se constata que la proporción de trabajadores que declara que "apenas maneja" o que le parecen muy complicados el ordenador, Internet", o los nuevos dispositivos (TDT, iPOD, PDA, etc.), arroja los valores más bajos en los diferentes grupos según experiencia profesional (varían entre el 0% y el 17,3%). Es decir, no puede concluirse que este colectivo se sienta incapaz de utilizar las TICs (tecnofobia).

En cuanto al resto de las dificultades, todas ellas presentan valores elevados (alto porcentaje de trabajadores que admiten que supone una dificultad) para la práctica totalidad de grupos por experiencia profesional. Pueden agruparse de la siguiente manera:

Dificultades relacionadas con "el tiempo"
  • Para todos los grupos estudiados, la dificultad de "compatibilizar el horario de impartición de los cursos con el horario laboral y familiar destaca ampliamente sobre las demás, con porcentajes que varían entre el 37,8% y el 59,77%
  • La dificultad "en mi empresa no hay nadie que me pueda sustituir si realizo un curso en horario laboral. Si lo hubiera habría realizado más cursos" presenta igualmente valores elevados para todos los grupos (excepto para el grupo de trabajadores con menos experiencia que pertenecen a empresas en las que sí hay quien los sustituya si realizan una acción formativa).
Dificultades relacionadas con aspectos psicopedagógicos
  • La dificultad "creo que ya no estoy en edad de estudiar" alude claramente a la desorientación a la que se ha hecho referencia anteriormente en cuanto a cuáles son las nuevas competencias que requiere y cuál es el itinerario formativo que más adecuado. Igualmente, la dificultad está muy relacionada con posibles experiencias formativas no exitosas en la etapa de formación inicial.
  • La dificultad "creo que, en general, la formación que se oferta apenas me reporta beneficios para desempeñar mejor mi trabajo" encierra posiblemente causas de tipo psicopedagógico. Esta afirmación se sustenta en la incoherencia que se observa al considerar, por un lado, que estos grupos de mayores son conscientes de tener un abultado déficit competencial y, por otro, la resistencia a formarse que manifiestan.
Además, hay que tener en cuenta que la oferta formativa es la misma para todos los trabajadores. En consecuencia, carece de sentido que los trabajadores menores de 55 años estén accediendo a la formación en porcentajes mucho más elevados que los de los mayores de 55 años. Es decir, los primeros (menores de 55) encuentran en el mercado formativo, en mucha mayor medida que los segundos, acciones formativas que responden a sus necesidades, por lo que el problema no es la escasez de oferta.

En conclusión, no es lógico que quien es consciente de una necesidad, pudiendo satisfacerla no lo haga. Factores psicológicos como el miedo a fallar y el temor al ridículo pueden justificar tal resistencia a formarse.

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